«Hysterische Phantasien und ihre Beziehung zur Bisexualität»
Nota introductoria(1)
Las fantasías delirantes(2) de los paranoicos, que tienen
por contenido la grandeza y los padecimientos del yo propio, y afloran en formas
totalmente típicas, casi monótonas, son universalmente conocidas. Además, innumerables
comunicaciones nos han familiarizado con las raras escenificaciones bajo las cuales
ciertos perversos obtienen su satisfacción sexual -en la idea o en la realidad-.
En cambio, a muchos puede sonarles a novedad enterarse de que formaciones psíquicas
en un todo análogas se presentan de manera regular en todas las psiconeurosis, en
especial la histeria, y de que en ellas -las llamadas fantasías {Phantasie} histéricas-
se pueden discernir importantes nexos para la causación de los síntomas neuróticos.
Fuentes comunes y arquetipo normal de todas estas creaciones de la fantasía
son los llamados sueños diurnos de los jóvenes, que ya han sido objeto de cierta
atención, si bien insuficiente, en la bibliografía. (ver nota)(3) Siendo su frecuencia
quizás igual en ambos sexos, parecen ser enteramente eróticos en muchachas y
señoras, y en los varones, de naturaleza erótica o ambiciosa. Sin embargo, no
sería lícito relegar a un segundo plano el valor del factor erótico aun en los varones;
es que profundizando en sus sueños diurnos por lo común se averigua que han realizado
todas esas hazañas y conseguido esos logros sólo para agradar a una mujer y para
que ella los prefiera a otros hombres. (ver nota)(4) Estas fantasías son unos cumplimientos
de deseo engendrados por la privación y la añoranza; llevan el nombre de
«sueños diurnos» con derecho, pues proporcionan la clave para entender los sueños
nocturnos, el núcleo de cuya formación no es otro que estas fantasías diurnas complicadas,
desfiguradas y mal entendidas por la instancia psíquica conciente. (ver nota)(5)
Esos sueños diurnos son investidos con un interés grande, se los cultiva
con esmero y las más de las veces se los reserva con vergüenza, como si pertenecieran
al más íntimo patrimonio de la personalidad. Ahora bien, es fácil
reconocer por la calle al que va inmerso en su sueño diurno: se sonríe de manera
repentina, como ausente; conversa consigo mismo o apresura su andar hasta correr
casi con lo cual marca el punto culminante de la situación ensoñada.
Todos los ataques histéricos que he podido indagar hasta ahora probaron
ser unos tales sueños diurnos de involuntaria emergencia. En efecto, la observación
no deja subsistir duda alguna: de estas fantasías, las hay tanto inconcientes como
concientes, y tan pronto como han devenido inconcientes pueden volverse también
patógenas, vale decir, expresarse en síntomas y ataques. En circunstancias propicias,
empero, es posible capturar con la conciencia alguna de estas últimas. Una de mis
pacientes, a quien yo había puesto sobre aviso en cuanto a sus fantasías, me refirió
que cierta vez se encontró llorando por la calle y, meditando enseguida sobre
el motivo, apresó la fantasía de que había entablado una relación tierna con un
virtuoso pianista notorio en la ciudad (aunque no lo conocía personalmente), quien
le había dado un hijo (ella no los tenía) y luego la abandonó a su suerte, dejándolos
en la miseria a ella y al niño. En este pasaje de la novela le acudieron las lágrimas.
Las fantasías inconcientes pueden haberlo sido desde siempre, haberse formado
en lo inconciente, o bien -caso más frecuente- fueron una vez fantasías concientes,
sueños diurnos, y luego se las olvidó adrede, cayeron en lo inconciente en virtud
de la «represión». En esta segunda alternativa su contenido pudo seguir siendo el
mismo o experimentar variaciones, de suerte que la fantasía ahora inconciente sea
un retoño de la antaño conciente. Por otra parte, la fantasía inconciente mantiene
un vínculo muy importante con la vida sexual de la persona; en efecto, es idéntica
a la fantasía que le sirvió para su satisfacción sexual durante
un período de masturbación.
El
acto masturbatorio (en el
sentido más lato: onanista) se componía en esa época de dos fragmentos: la convocación
de la fantasía y la operación activa de autosatisfacción en la cima de ella. Como
es sabido, esta composición consiste en una soldadura. (ver nota)(6) Originariamente
la acción era una empresa autoerótica pura destinada
a ganar placer
de
un determinado lugar del
cuerpo, que llamamos
erógeno. Más tarde esa acción
se fusionó con
una representación-deseo tomada del círculo del amor de objeto y sirvió para
realizar de una manera parcial la situación en que aquella fantasía culminaba. Cuando
luego la persona renuncia a esta clase de satisfacción masturbatoria y fantaseada,
la fantasía misma, de conciente que era, deviene inconciente. Y si no se introduce
otra modalidad de la satisfacción sexual, si la persona permanece en la abstinencia
y no consigue sublimar su libido, vale decir, desviar
la
excitación sexual hacia
una meta superior, está
dada la condición para que la fantasía
inconciente se refresque, prolifere y se abra paso como síntoma patológico, al menos
en una parte de su contenido, con todo el poder del ansia amorosa.
Para toda una serie de síntomas histéricos, entonces, las fantasías inconcientes
son los estadios psíquicos previos más próximos. Los síntomas histéricos no son
otra cosa que las fantasías inconcientes figuradas mediante «conversión», y en la
medida en que son síntomas somáticos, con harta frecuencia están tomados del círculo
de las mismas sensaciones sexuales e inervaciones motrices que originariamente acompañaron
a la fantasía, todavía conciente en esa época. De esta manera en verdad es deshecha
la deshabituación del onanismo; y la meta última de todo el proceso patológico,
restablecer la satisfacción sexual en su momento primaria, si bien nunca se consuma
así, es alcanzada siempre en una suerte de aproximación.
El interés de quien estudia la histeria abandona pronto
los síntomas para dirigirse a las fantasías de las cuales proceden. La técnica psicoanalítica
permite, primero, colegir desde los síntomas estas fantasías inconcientes y, luego,
hacer que devengan concientes al enfermo. Y por este camino
se ha descubierto
que
el contenido de las fantasías inconcientes de los histéricos se corresponde
en todos sus puntos con las situaciones de satisfacción que los perversos llevan
a cabo con conciencia; y si uno es afecto a esa clase de ejemplos, no tiene más
que recordar las escenificaciones a que en el teatro de la historia universal se
entregaron a los césares romanos, cuya locura desde luego sólo fue posible por el
¡limitado poderío de quienes creaban tales fantasías. También las formaciones
delirantes de los paranoicos son unas fantasías de esa índole, si bien han devenido
concientes de manera inmediata; sus portadores son los componentes sado-masoquistas
de la pulsión sexual. Y de igual modo pueden hallar sus cabales correspondientes
en ciertas fantasías inconcientes de los histéricos. Por otra parte, es notorio
el caso, que reviste importancia práctica, de histéricos que no expresan sus fantasías
en síntomas, sino en una realización conciente, y así fingen y ponen en escena atentados,
maltratos, agresiones sexuales.
Todo cuanto puede averiguarse acerca de la sexualidad de los psiconeuróticos
se obtiene por este camino de la indagación psicoanalítica, que lleva desde los
llamativos síntomas hasta las fantasías inconcientes escondidas; y entre eso averiguable,
también el hecho cuya comunicación pretendo situar en el primer plano de esta
pequeña publicación provisional.
El nexo de las fantasías con los síntomas no es simple, sino múltiple y
complejo, probablemente a consecuencia de las dificultades con que tropieza el
afán de las fantasías inconcientes por procurarse una expresión. (ver nota)(7) Por
regla general, o sea, dado un desarrollo completo y un prolongado lapso de permanencia
en la neurosis, un síntoma no corresponde a una única fantasía inconciente, sino
a una multitud de estas; por cierto que ello no de una manera arbitraria, sino dentro
de una composición sujeta a leyes. Es muy posible que al comienzo del caso clínico
no se encuentren desarrolladas todas esas complicaciones.
En vista de su interés general, me extralimito del tema de esta comunicación
para insertar una serie de fórmulas que se empeñan en agotar progresivamente la
naturaleza de los síntomas histéricos. Ellas no se contradicen entre sí, sino que
corresponden en parte a versiones más completas y deslindadas, en parte a la aplicación
de puntos de vista diferentes.
1. El síntoma histérico es el símbolo mnémico(8) de ciertas
impresiones y vivencias
(traumáticas) eficaces.
2. El síntoma histérico es el sustituto, producido mediante «conversión»,
del retorno asociativo de esas vivencias traumáticas.
3. El síntoma histérico es -como lo son también otras formaciones psíquicas-
expresión de un cumplimiento de deseo.
4. El síntoma histérico es la realización de una fantasía
inconciente al servicio del cumplimiento de deseo.
5. El síntoma histérico sirve a la satisfacción sexual
y figura una parte de la vida sexual de la persona (en correspondencia con uno de
los componentes de la pulsión sexual).
6. El síntoma histérico corresponde al retorno de una modalidad de la satisfacción
sexual que fue real en la vida infantil y desde entonces fue reprimida.
7. El síntoma histérico nace como
un compromiso entre dos mociones
pulsionales o afectivas opuestas,
una de las cuales se empeña en expresar una pulsión parcial o uno de los componentes
de la constitución sexual, mientras que la otra se empeña en sofocarlos. (ver nota)(9)
8. El síntoma histérico puede asumir la subrogación de diversas mociones
inconcientes no sexuales, pero no puede carecer de un significado sexual.
Entre estas diferentes definiciones, es la séptima
la que expresa
de manera más exhaustiva la naturaleza del síntoma histérico
como realización de una fantasía inconciente; y, junto con la octava, es la que
aprecia de manera correcta el significado del factor sexual. Muchas de las
fórmulas precedentes están contenidas en esta como estadios previos.
A consecuencia de este nexo entre síntomas y fantasías, no resulta difícil
alcanzar, desde el psicoanálisis de los síntomas, la noticia sobre los componentes
de la pulsión sexual que gobiernan al individuo, tal como lo expuse en mis Tres
ensayos de teoría sexual [1905d]. Ahora bien, esta indagación arroja, para muchos
casos, un resultado inesperado. Muestra que la resolución mediante una fantasía
sexual inconciente, o mediante una serie de fantasías de las cuales una, la más
sustantiva y originaria, es de naturaleza sexual, no basta respecto de numerosos
casos de síntomas; para la solución de estos hacen falta dos fantasías sexuales,
de las que una posee carácter masculino y femenino la otra, de suerte que una de
esas fantasías corresponde a una moción homosexual. La tesis expresada en la fórmula
7 no es afectada por esta novedad; por tanto, un síntoma histérico corresponde
necesariamente a un compromiso entre una moción libidinosa y una moción represora,
pero además de ello puede responder a una reunión de dos fantasías libidinosas
de carácter sexual contrapuesto.
Me abstengo de ejemplificar
esta tesis. La
experiencia me ha enseñado
que análisis breves, comprimidos en
un extracto, nunca pueden causar la impresión demostrativa con miras a la cual se
los aduce. Y en cuanto a la comunicación de casos clínicos analizados en plenitud,
debo reservarla para otro lugar.
Me conformo, pues, con enunciar la tesis y elucidar su significado:
9. Un síntoma histérico es la expresión de una fantasía sexual inconciente
masculina, por una parte, y femenina, por la otra.
Señalo de manera expresa que no pretendo para esta tesis la validez universal
que he reclamado para las otras fórmulas. Por lo que yo puedo ver, no se aplica
ni a todos los síntomas de un caso ni a todos los casos. Por
el contrario, no, es difícil pesquisar casos en que las mociones contrapuestas
han hallado una expresión sintomática separada, de suerte que los síntomas
de la heterosexualidad y de la homosexualidad pueden
dividirse de manera tan neta como
las fantasías ocultas tras ellos. No obstante, el nexo que la novena fórmula
asevera es bastante frecuente y, donde se presenta, lo bastante significativo
para merecer que se lo destaque en particular. A mi entender, implica el estadio
más alto de complicación a que puede llegar el determinismo de un síntoma histérico,
y por tanto sólo es dable encontrarlo si la neurosis ha persistido largo tiempo
y se ha producido dentro de ella un gran trabajo de organización. (ver nota)(10)
El significado bisexual de síntomas histéricos, demostrable por lo menos
en numerosos casos, es por cierto una prueba interesante de la aseveración, por
mí sustentada, de que la disposición bisexual que
suponemos en los seres
humanos se
puede discernir con particular nitidez en los psiconeuróticos por medio
del psicoanálisis. (ver nota)(11)
Un proceso por entero análogo en este mismo campo es el que sobreviene cuando el
masturbador, en sus fantasías concientes, intenta compenetrarse empáticamente tanto
con el varón como con la mujer de la situación representada; también en este
caso hallamos correspondientes en ciertos ataques histéricos en que la enferma juega
al mismo tiempo los dos papeles de la fantasía sexual que está en la base. Por ejemplo,
como en un caso observado por mí, con una mano aprieta el vestido contra el vientre
(en papel de mujer), y con la otra intenta arrancarla (en papel de varón). (ver
nota)(12) Esta simultaneidad contradictoria da razón,
en buena parte,
del carácter incomprensible
de la situación, empero tan plásticamente figurada en
el ataque, y es por eso adecuadísima para ocultar la fantasía inconciente eficaz.
En el tratamiento psicoanalítico es muy importante estar preparados para
el significado bisexual de un síntoma. Luego no hay que asombrarse ni despistarse
si un síntoma permanece en apariencia incólume por más
que ya se haya resuelto uno
de sus significados sexuales. Es que
todavía se apoya en el significado contrapuesto, quizá no conjeturado. También puede
observarse en el tratamiento de estos casos cómo el enfermo se sirve, en el curso del
análisis de uno
de los significados sexuales, del cómodo
expediente de hacer continuos esguinces con sus ocurrencias pasando al campo del
significado contrario como si fuera una vía contigua.
1 (James Strachey) Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad
(1908).
«Hysterische
Phantasien und ihre Beziehung zur Bisexualität»
Ediciones
en alemán
1908 Z.
Sexualwiss,, 1, nº 1, enero, págs. 27-34.
1909 SKSN,
2, págs. 138-45. (1912, 2º ed.; 1921, 3º ed.)
1924 GS,
5, págs. 246-54.
1941 GW,
7, págs. 191-9.
1972 SA,
6, págs. 187-95.
Traducciones
en castellano
1929 «Las
fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad». BN (17 vols.), 13, págs.
133-41.
Traducción
de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual
título. EA, 13, págs. 137-45. El mismo tra ductor.
1948 Igual
título. BN (2 vols.), 1, págs. 965-8. El mismo traductor.
1953 Igual
título. SR, 13, págs. 108-14. El mismo tra ductor.
1967 Igual
título. BN (3 vols.), 1, págs. 954-8. El mismo traductor.
1972 Igual
título. BN (9 vols.), 4, págs. 1349-53. El mismo traductor.
Destinado
en un principio al Jahrbuch für sexuelle Zwischenstujen, que dirigía Hirschfeld,
este artículo fue luego trasladado a otra revista cuya publicación acababa de iniciarse
con el mismo director.
La importancia
de las fantasías como base de los síntomas histéricos ya había sido admitida
por Freud alrededor de 1897, en relación con su autoanálisis. En ese momento comunicó
sus hallazgos a Fliess (véanse, por ejemplo, sus cartas del 7 de julio y el 21 de
setiembre de ese año (Freud, 1950a, Cartas 66 y 69), AE, 1, págs. 300-2), pero sólo
los dio cabalmente a publicidad un par de años antes de escribir el presente trabajo
(cf. «Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis»
(1906a), AE, 7, págs. 266-7 ).
Este
artículo se ocupa en su parte principal de elucidar mejor la relación entre fantasías
y síntomas, y a pesar del título el tema de la bisexualidad sólo emerge corno idea
colateral. Puede destacarse, al pasar, que por esta época el problema de las fantasías
parece haberlo ocupado mucho a Freud; también lo examina en «Sobre las teorías sexuales
infantiles» (1908c), «El creador literario y el fantaseo» (1908e), «Apreciaciones
generales sobre el ataque histérico» (1909a) y «La novela familiar de los neuróticos»
(1909c) -trabajos todos ellos que integran el presente volumen-, así como en muchos
tramos del estudio sobre Gradiva (1907a). Desde luego, gran parte del material del
presente artículo ya había sido anticipado en otras obras; véase, verbigracia, el
historial clínico de «Dora»
(1905e),
AE, 7, págs. 42-4, y Tres ensayos de teoría sexual (1905d), AE, 7, págs. 150-1.
2 {«Wahndichtung», también invenciones» o «creaciones poéticas» delirantes.}
3
Cf. Breuer y Freud (1895), Pierre Janet (1898, l), Havelock Ellis (1899b),
Freud (1900a), Pick (1896).
4
Havelock Ellis (1899b)
[3º ed., 1910, págs. 185 y sigs.] es de la
misma opinión.
5 Cf. La interpretación de los sueños (19001a)
[AE, 5, págs. 488 y sigs.
- El contenido de este
párrafo fue expuesto en
forma más completa en el trabajo, casi contemporáneo de este, «El
creador literario y el fantaseo» (1908e)]
6 Véanse mis Tres ensayos de teoría sexual (Freud, 1905d) AE, 7, pág. 134
7 Lo mismo es válido para el nexo entre los pensamientos oníricos «latentes» y los elementos del contenido
«Manifiesto» del sueño. Véase en mi obra La
interpretación de los sueños (1900a) el capítulo sobre el «trabajo
del
sueño».
8 Expresión extensamente empleada por Freud en Estudios sobre la histeria (1895d); la explica con cierto detalle en
la primera de sus Cinco conferencias sobre psicoanálisis (1910a), AE, 11, pág. 13,
9 Freud ya había expresado esto en la primera edición de La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág.
561, y, antes aún, en una carta a
Fliess del 30
de
mayo de 1896 (Freud, 1950a, Carta 46), AE, 1,
págs, 272-3
10 Sadger (1907), quien hace poco arribó a la tesis en cuestión a
través de psicoanálisis que él mismo emprendiera,
aboga sin embargo por su validez universal.
11 Cf. mis Tres ensayos (1905d) [AE, 7,
p. ej., págs. 151 y 201]
12 [Este caso vuelve a mencionarse en «Apreciaciones generales sobre el ataque histérico» (1909a)]
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