Su empleo en el diagnóstico y
la investigación
JOSE BLEGER
El siguiente es un fragmento tomado del texto editado por Nueva Visión 2006 adaptado para la lectura en el módulo. Debemos recordar que la entrevista psicológica correspondiente al taller, consiste en la entrevista abierta de corte psicoanalítico. Bleger en este texto aborda en lo general la entrevista psicodinámica aun cuando hace una interesante y sencilla relación de la entrevista de corte psicoanalítico.
La entrevista es el instrumento o
técnica fundamental del método clínico y es -por lo tanto- un procedimiento de
investigación científica de la psicología. En cuanto técnica, tiene sus propios
procedimientos o reglas empíricas con los cuales no solo se amplía y se verifica
el conocimiento científico, sino que al mismo tiempo se lo aplica. Como
veremos, esta doble faz de la técnica tiene especial gravitación en el caso de la
entrevista porque -entre otras razones - identifica o hace confluir en el
psicólogo las funciones de investigador y de profesional, ya que la técnica es
el punto de interacción entre la ciencia y las necesidades prácticas; es así
que la entrevista logra la aplicación de conocimientos científicos y al mismo
tiempo obtiene o posibilita llevar la vida diaria del ser humano al nivel del
conocimiento y la elaboración científica. Y todo esto en un proceso
ininterrumpido de interacción.
La entrevista es un instrumento muy difundido y
debemos delimitar el alcance de la misma, tanto como el encuadre de la presente
exposición. La entrevista puede tener en sus múltiples usos en gran variedad de
objetivos, como en el caso del periodista, jefe de empresa, director de
escuela, maestro, juez, etc. Aquí nos interesa la entrevista psicológica
entendiendo por tal, aquella en la que se persiguen objetivos psicológicos
(investigación, diagnóstico, terapia, etc.) Queda de esta manera limitado
nuestro objetivo al estudio de la entrevista psicológica, pero no sólo para
señalar algunas de las reglas prácticas que posibilita su empleo eficaz y
correcto, sino que también para desarrollar en cierta medida el estudio
psicológico de la entrevista psicológica. En este sentido, buena parte de lo
que se desarrollará aquí puede ser utilizado o aplicado a todo tipo de
entrevista, porque inevitablemente intervienen en todas ellas factores o
dinamismos psicológicos. La entrevista psicológica, de esta manera, deriva su
denominación exclusivamente de sus objetivos o finalidades, tal como ya lo
hemos señalado.
En la consideración de la entrevista
psicológica como técnica, incluimos entonces aquí dos aspectos: uno es el de
las reglas o indicaciones prácticas de su ejecución, y el otro la psicología de
la entrevista psicológica, que fundamenta a las primeras. En otros términos,
incluimos la técnica y la teoría de la técnica de la entrevista psicológica.
Circunscripta de esta manera, la entrevista psicológica es el instrumento
fundamental de trabajo no sólo para el psicólogo, sino también para otros
profesionales (psiquiatra, asistente, trabajador social, sociólogo, etc.) La
entrevista puede ser de dos tipos fundamentales: abierta y cerrada.
En la cerrada, las preguntas ya están previstas, tanto como lo están el orden y la
forma de plantearlas y el entrevistador no puede alterar ninguna de estas disposiciones.
En la entrevista abierta, por el contrario, el entrevistador tiene la amplia
libertad para las preguntas o para sus intervenciones, permitiéndose toda
flexibilidad necesaria encada caso particular. La entrevista cerrada es en
realidad un cuestionario, que toma contacto estrecho con la entrevista en
cuanto que un manejo correcto de ciertos principios y reglas de la misma
facilita y posibilita la aplicación del cuestionario. Pero la entrevista
abierta no se caracteriza esencialmente por la libertad para plantear
preguntas, porque como lo veremos más adelante, la médula de la entrevista
psicológica no reside en el preguntar ni en el propósito de recoger datos de la
historia del entrevistado. Aunque los fundamentos se den un poco más adelante,
debemos ya subrayar que la libertad del entrevistador, en el caso de la
entrevista abierta, reside en una flexibilidad suficiente como para permitir en
todo lo posible que el entrevistado configure el campo de la entrevista según
su estructura psicológica particular o -dicho de otra manera- que el campo de la
entrevista reconfigure al máximo posible por las variables que dependen de la
personalidad del entrevistado.
Considerada de esta manera, la entrevista
abierta posibilita una investigación más amplia y profunda de la personalidad
del entrevistado, mientras que la entrevista cerrada puede permitir una mejor
comparación sistemática de datos, tanto como otras ventajas propias de todo
método estandarizado. Desde otro punto de vista, tomando en cuenta el número de
participantes, se reconoce la entrevista individual de la grupal, según sean
uno o más los entrevistados o uno o más los entrevistadores. La realidad es
que, en todos los casos, la entrevista es siempre un fenómeno grupal, ya que
aún con la participación de un solo entrevistado, su relación con el
entrevistador debe ser considerada en función de la psicología y la dinámica
grupal. Otra forma de distinguir diversos tipos de entrevista, deriva del
beneficiario del resultado y así se puede reconocer:
a) la que se realiza en
beneficio del entrevistado, que es el caso de la consulta psicológica o
psiquiátrica,
b) la que se lleva a cabo con objetivos de investigación, en la
que importan los resultados científicos de la misma;
c) la que se realiza para
un tercero (una institución). Cada una de ellas implica variables distintas a
tener en cuenta, ya que modifican o actúan sobre la actitud del entrevistador
tanto como del entrevistado, y sobre el campo total de la entrevista. Una
diferencia fundamental reside en que exceptuando el primer tipo de entrevista,
las otras dos requieren que el entrevistador cree intereses y participación en el
entrevistado (que lo ¨motive¨).
Entrevista, consulta y anamnesis.
Tanto el método clínico como la
técnica de la entrevista proceden del campo de la medicina, pero la práctica
médica incluye procedimientos similares que sin embargo no deben ser
confundidos ni superpuestos con la entrevista psicológica. La consulta consiste
en la solicitud de asistencia técnica o profesional, la que puede ser prestada
o satisfecha de múltiples formas, una de las cuales puede ser la entrevista.
Consulta no es sinónimo de entrevista, porque ésta última es sólo uno de los
procedimientos con los que el técnico o profesional psicólogo o médico puede
atender la consulta. En segundo lugar, la entrevista no es una anamnesis. Esta
última implica recopilación de datos previstos, de tal extensión y detalle que
permita obtener una síntesis tanto de la situación presente como de la historia
de individuo, de su enfermedad y de su salud. Aunque una buena anamnesis se
hace sobre la utilización correcta de los principios que rigen la entrevista,
esta última es sin embargo algo muy distinto.
En la anamnesis, la preocupación
y la finalidad residen en la recopilación de datos y el paciente queda reducido
a un mediador entre su enfermedad, su vida y sus datos por un lado, y el médico
por el otro. Si el paciente no ofrece datos, hay que ¨extraerlos¨ de él. Más
allá de los datos que el médico tiene previstos como necesarios, toda aportación
del paciente es considerada como una perturbación de la anamnesis que con
frecuencia es tolerada por cortesía, pero considerada como superflua o
innecesaria. No son pocas las oportunidades en quela anamnesis se hace por
razones estadísticas o por cumplimiento de obligaciones reglamentarias de una
institución, y en estos casos queda en manos de personal auxiliar. A diferencia
de la consulta y la anamnesis, la entrevista psicológica intenta el estudio y
la utilización del comportamiento total del sujeto en todo el curso de la
relación establecida con el técnico, durante el tiempo que dicha relación se
extienda. La entrevista psicológica es una relación de índole particular que se
establece entre dos o más personas. Lo específico o particular de esta relación
reside en que uno de los integrantes de la misma es un técnico de la psicología
que debe actuaren ese rol y el otro -o los otros- necesitan de su intervención
técnica. Pero es un punto fundamental que el técnico no sólo utiliza en la
entrevista sus conocimientos psicológicos para aplicarlos al entrevistado, sino
que esta aplicación se produce precisamente a través de su propio
comportamiento en el curso de la entrevista.
La entrevista psicológica es
entonces una relación entre dos o más personas en las que éstas intervienen
como tales. Para subrayar el aspecto fundamental de la entrevistase podría
decir, de otra manera, que ella consiste en una relación humana en la cual uno
de sus integrantes debe tratar de saber lo que está pasando en la misma y debe
actuar según ese conocimiento. De ese saber y de esa actuación según ese saber,
depende que se satisfagan los objetivos posibles de la entrevista
(investigación, diagnóstico, orientación, etc.). De esta teoría de la
entrevista derivan algunas orientaciones para su ejecución. La regla básica ya
no consiste en obtener datos completos de la vida total de una persona, sino
obtener datos completos del comportamiento total en el curso de la entrevista.
Este comportamiento total incluye lo que recogeremos aplicando nuestra función
de escuchar, pero también nuestra función de vivenciar y observar, de tal
manera que queden incluidas las tres áreas del comportamiento del entrevistado.
La teoría de la entrevista ha sido enormemente influida por conocimientos derivados
del psicoanálisis, la Gestalt, la topología y el conductismo. Aunque novamos a
reseñar específicamente el aporte de cada uno de ellos, conviene señalar
someramente que el psicoanálisis ha influido con el conocimiento de la
dimensión inconsciente de la conducta, de la transferencia y la
contratransferencia, de la resistencia y la represión, de la proyección y la
introducción etc. La Gestalt ha aportado la comprensión de la entrevista como
un todo en el cual el entrevistador es uno de sus integrantes y considera el
comportamiento de éste como uno de los elementos de la totalidad. La topología
ha conducido a plantear y reconocer el campo psicológico y sus leyes, tanto
como el enfoque situacional. El conductismo ha influido con la importancia de
la observación del comportamiento total. Todo ello ha conducido a la
posibilidad de realizar la entrevista en condiciones metodológicas más
estrictas, convirtiéndola en instrumento científico en el cual el ¨arte de la
entrevista¨ se ha visto reducido en función de una sistematización de las
variables, yes esta última la que posibilita el mayor rigor en su aplicación y
en sus resultados. Se puede enseñar y aprender a realizar entrevistas, sin
tener que quedar librado aun don o a una virtud imponderable. El estudio científico
de la entrevista (la investigación del instrumento) ha reducido su proporción
de arte e incrementado su operatividad y manejo como técnica científica. La
investigación científica del instrumento mismo ha conducido a que la entrevista
incorporara algunos de las exigencias del método experimental especialmente lo
que atañe a la sesión psicoanalítica, pero también, ha conducido a que la
entrevista psicológica en general constituya un procedimiento de observación en
condiciones controladas o, por lo menos, en condiciones conocidas. De esta
manera, la entrevista puede ser considerada, en cierta medida, de la misma
manera que el tubo de ensayo para el químico, según una comparación feliz de
Young. De esta teoría de la técnica de la entrevista (que seguiremos
desarrollando) dependen las reglas prácticas o empíricas; ésta es la única
forma racional de comprenderlas, aprenderlas y aplicarlas.
La entrevista como campo
Todo el énfasis puesto en
diferenciar la entrevista de la anamnesis procede del interés que tiene para la
investigación de la personalidad el hecho de que constituya un campo de
determinadas características, óptimas para dicho estudio. Al igual que en el
caso de la anamnesis, en la entrevista tenemos configurado un campo, y con ello
queremos significar que entre los participantes se estructura una relación de
la cual depende todo lo que en ella acontece.
La diferencia básica, en este
sentido, entre entrevista y cualquier otro tipo de relación interpersonal (como
la anamnesis) reside en que la primera la regla fundamental a este respecto es
tratar de obtener que el campo se configure especialmente y en su mayor grado
por las variables que dependen del entrevistado. Si bien todo emergente es
siempre relacional o, en este caso, deriva de un campo, tratamos en la
entrevista que dicho campo esté determinado predominantemente por parte de las
modalidades de la personalidad del entrevistado. De otra manera, se podría
decir que el entrevistador controla la entrevista, pero que quien la dirige es el
entrevistado.
La relación entre ambos delimita y determina el campo de la
entrevista y todo lo que en ella acontece, pero el entrevistador debe permitir
que el campo de la relación interpersonal, sea predominantemente establecido y
configurado por el entrevistado. Cada ser humano posee sistematizada su
personalidad en una serie de pautas o en un conjunto o repertorio de
posibilidades y son éstas las que esperamos que se pongan en juego o
exterioricen en el curso de la entrevista. Así, pues, la entrevista funciona
como una situación en la que se observa una parte de la vida del paciente, que
se desarrolla en relación a nosotros y frente a nosotros. Ninguna situación
puede lograr la emergencia de la totalidad del repertorio de conductas de una
persona, y por lo tanto, ninguna entrevista puede agotar la personalidad del
paciente, sino sólo un segmento de la misma. La entrevista no puede reemplazar
ni excluir otros procedimientos de investigación de la personalidad, pero éstos
últimos tampoco pueden prescindir de la entrevista.
Especialmente la entrevista
no puede suplir el conocimiento y la investigación de carácter mucho más
extenso y profundo que se logra, por ejemplo, en un tratamiento psicoanalítico,
el cual, en el curso de un tiempo prolongado permite la emergencia y manifestación
de los núcleos y segmentos más diferentes de la personalidad.
Para obtener el
campo particular de la entrevista que hemos reseñado, debemos contar con un
encuadre fijo, que consiste en una transformación de cierto conjunto de
variables en constantes. Dentro de este encuadre se incluyen no sólo la actitud
técnica y el rol del entrevistador como tal como lo hemos reseñado, sino
también los objetivos y el lugar y el tiempo de la entrevista. El encuadre
funciona como una especie de estandarización de la situación estímulo que
ofrecemos al entrevistador y con ello pretendemos, no que deje de actuar como
estímulo para él, sino que deje de oscilar como variable para el entrevistador.
Si el encuadre se modifica (por ejemplo porque la entrevista se realiza en un
sitio diferente) esta modificación tiene que ser considerada como una variable
sujeta a la observación tanto como lo es el mismo entrevistado. Cada entrevista
tiene un contexto definido (conjunto de constantes y variables) en función del
cual se dan los emergentes y estos últimos sólo tienen sentido y significación
en relación y en función de dicho contexto. El campo de la entrevista tampoco
es fijo sino dinámico, queriendo significar con ello el hecho de que está
sujeto a un permanente cambio y la observación se debe extender del campo
específico existente en cada momento a la continuidad y sentido de estos
cambios. En realidad se podría decir que la observación de la continuidad y la
contigüidad de los campos, es lo que permite completar la observación e inferir
la estructura y sentido de cada campo; respondiendo a esta modalidad del
proceso real, se debe decir que el campo de la entrevista cubre la totalidad de
la misma, mientras que ¨cada¨ campo es no otra cosa que un momento de ese campo
total y de su dinámica (Gestaltung)
Una sistematización que permite
el estudio detallado de la entrevista como campo consiste en centrar el estudio
sobre a) el entrevistador, en el que se incluye su actitud, su disociación
instrumental, la contratransferencia, la identificación, etc. b)el entrevistado,
incluyéndose aquí la transferencia, estructuras de la conducta, rasgos de
carácter, ansiedades, defensas, etc. c) la relación interpersonal en la queso
incluye la interacción entre los participantes, el proceso de comunicación(proyección,
introyección, identificación, etc.) y el problema de la ansiedad. Aunque no
profundizaremos aquí en cada uno de los fenómenos señalados porque ello
implicaría en gran medida casi toda la psicología y la psicopatología, estos
aspectos están involucrados en las consideraciones siguientes.
Concordancias y divergencias.
Una diferencia fundamental entre
entrevista y anamnesis en lo que atañe a latearía de la personalidad y a la
teoría de la técnica, reside en que en la anamnesis se opera con el supuesto de
que el consultante conoce su vida y está capacitado por lo tanto para dar datos
sobre la misma, mientras que el supuesto de la entrevista es que cada ser
humano tiene organizada una historia de su vida y un esquema de su presente y
de esta historia y de este esquema tenemos que deducir lo que no sabe. En
segundo lugar, lo que no nos puede dar como conocimiento explícito se nos
ofrece o emerge a través de su comportamiento no verbal; y este último puede
informar sobre su historia y sobre su presente en grados muy variables de
coincidencia o contradicción con lo que verbal y conscientemente expresa.
Por
atrapar al entrevistador, el entrevistado puede ofrecernos
distintas historias o diferentes esquemas de su vida presente, que guardarán
entre sí relación de complementación o de contradicción. Las lagunas,
disociaciones y contradicciones que hemos indicado conducen a algunos
investigadores a mirar la entrevista como instrumento de poca confianza. Sin
embargo, en estos casos, el instrumento no hace más que reflejar lo que
corresponde a características de nuestro objeto de estudio. Las disociaciones y
contradicciones que observamos corresponden a disociaciones y contradicciones
de la personalidad misma y la entrevista, al reflejarlas, nos permite trabajar
sobre ellas durante su transcurso mismo; dependiendo que esto último se haga o
no, de la intensidad de la angustia que se puede promover y de la tolerancia
que el entrevistador tenga para la misma. De igual manera, los conflictos que
trae el entrevistado suelen no ser conflictos fundamentales, así como las
motivaciones que alega son generalmente racionalizaciones.
La simulación pierde el valor que
tiene en la anamnesis como factor de perturbación, ya que en la entrevista la
simulación debe considerarse como una parte disociada de la personalidad que el
entrevistado no reconoce totalmente como propia. Puede ocurrir que el mismo
entrevistador o diferentes entrevistadores recojan en distintos momentos partes
diferentes y aún contradictorias de la misma personalidad. Los datos no deben
ser evaluados en función de que sean ciertos o erróneos, sino como grados o
fenómenos de disociación de la personalidad. Una situación típica, y en cierta
medida inversa a la que comentamos, es la del entrevistado que tiene
rígidamente organizada su historia y su esquema de su vida presente, como medio
defensivo a la penetración del entrevistador y a su propio contacto con áreas
conflictivas de su situación real y de su personalidad; este tipo de entrevistado
repite siempre su misma historia estereotipada en distintas entrevistas, sea
con el mismo o con distintos entrevistadores.
Cuando se entrevista a los
distintos integrantes de un grupo o institución (en la familia, escuela,
fábrica, etc.) estas divergencias y contradicciones son mucho más frecuentes y
notorias, y constituyen datos muy importantes sobre cómo cada uno de sus
miembros tiene organizado en la misma realidad un campo psicológico que le es
específico. La totalidad nos da un índice fiel del carácter del grupo o la
institución, de sus tensiones y conflictos, tanto como de su particular
organización y dinámica psicológica. Como resulta fácil inferir de todo lo
expuesto, la técnica y su teoría están estrechamente entrelazadas con la teoría
de la personalidad con la cual se trabaja; el grado de interacción que un
entrevistador es capaz de lograr entre ellas da la pauta de su operatividad como
investigador. La entrevista no consiste en ¨aplicar consignas sino en
investigar en la personalidad del entrevistado a la vez que en nuestras teorías
y nuestros propios instrumentos de trabajo.
El observador participante
En las ciencias de la naturaleza,
según el punto de vista tradicional, la observación científica es objetiva, en
el sentido de que el observador registra lo que ocurre, los fenómenos, que son
extensos e independientes de él, con abstracción o exclusión total de sus
impresiones, sensaciones, sentimientos y de todo estado subjetivo; el registro
de tal tipo es lo que permite la verificación de lo observado por terceros que
pueden rehacer las condiciones de la observación. No interesa ahora discutir la
validez de este esquema, que ya ha resultado estrecho e ingenuo aún dentro de
las mismas ciencias de la naturaleza. Nos interesa, en cambio, observar que en la
entrevista el entrevistador forma parte del campo, es decir, en cierta medida
condiciona los fenómenos que él mismo va a registrar. Se plantea entonces el
interrogante de la validez que pueden tener los datos recogidos en esas
condiciones. Tal sumun de objetividad en la investigación no se cumple en
ningún campo científico, y menos aún en psicología, en que el objeto de estudio
es el hombre mismo. En cambio, la máxima objetividad que podemos lograr sólo se
alcanza cuando se incorpora el sujeto observador como una de las variables del
campo.
Si el observador
está condicionando el fenómeno que observa, se puede objetar que en tal caso no
estamos estudiando el fenómeno tal cual es, sino en relación con nuestra
presencia, con lo cual ya no se hace una observación en condiciones naturales.
A esto se puede responder, en forma global, diciendo que este tipo de objeción
ya no es válido, porque se basa en una cantidad de supuestos que no son
correctos. En forma más particular, veamos estos supuestos. ¿Qué se quiere
decir con la expresión ¨observación en condiciones naturales¨? Seguramente se
refiere a una observación en las condiciones en las queso da realmente el
fenómeno. En esto se superponen consideraciones ontológicas con otras de tipo
gnoseológico; por las primeras se admite la existencia de un mundo objetivo,
que tiene existencia de por sí, independientemente de que sea o no conocido por
nosotros.
Pero si nos atenemos a las segundas, somos nosotros los que
conocemos, y por ello tenemos que incluirnos necesariamente en el proceso de
conocimiento, tal como se da en la realidad. Esta segunda afirmación no
invalida de ninguna manera la primera, porque se refieren a cosas distintas:
una, a la de la existencia de los fenómenos y otra, a la del conocimiento de que
de ellos se alcanza. Pero, además, las condiciones neutrales de la conducta
humana son las condiciones humanas.... Toda conducta se da siempre en un
contexto de vínculos y relaciones humanas y la entrevista no es una distorsión
de las pretendidas condiciones naturales, sino todo lo contrario: la entrevista
es la situación ¨natural¨ en que se da el fenómeno que nos interesa justamente
estudiar: el fenómeno psicológico. De tal manera, el enfoque ontológico y
gnoseológico coinciden y son la misma cosa. Se podrá sin embargo, todavía,
insistir en que la entrevista no tiene validez de instrumento científico,
porque las manifestaciones del objeto que estudiamos dependen en ese caso de la
relación que se establece con el entrevistador y por lo tanto todos los fenómenos
que aparecen están condicionados por esa relación. Este tipo de objeción deriva
de una concepción metafísica del mundo: el suponer que cada objeto tiene
cualidades que dependen de su naturaleza interna propia y que determinadas
relaciones modifican o subvierten esa pureza ontológica o cualidades naturales.
Lo cierto es que las cualidades de todo objeto son siempre relacionales;
derivan de las condiciones y relaciones
en las cuales se halla cada objeto de cada momento. Cada situación humana es
siempre original y única -por lo tanto - la entrevista también lo es, pero esto
no sólo rige en los fenómenos humanos sino también en los fenómenos de la
naturaleza; cosa que ya sabía Heráclito. Esta originalidad de cada suceso no
impide el establecimiento de constantes generales, es decir, de condiciones que
se repiten con más frecuencia.
Lo individual, no excluye lo general, ni la
posibilidad de introducir la abstracción y categorías de análisis. Esto último
se opone a un narcisismo que se prolonga como supuesto dentro del campo
científico de la psicología: es el de que cada ser humano se considera a sí
mismo como un ser único, distinto, resultado de una particular diferencia (de
dios, del destino o de la naturaleza). El ser humano descubre paulatinamente
con asombro que tiene las mismas vísceras que sus semejantes, así como descubre
(ose resiste a descubrir) que su vida personal se teje sobre un trasfondo común
a todos los seres humanos. En el caso de la entrevista, esto no sólo rige para
el narcisismo del entrevistado, sino también para el del entrevistador, quien
tiene también que hacerse cargo de su condición humana y no sentirse por encima
o en una situación privilegiada frente al entrevistado.
Entrevista e investigación.
Cierta concepción aristocrática o
monopolista de la ciencia ha hecho suponer que la investigación es tarea de
elegidos que están por encima o fuera de los hechos cotidianos y comunes. De
esta manera, la entrevista es, en esa concepción, un instrumento o una técnica
de la ¨práctica¨, con la cual se pretende diagnosticar, es decir aplicar
conocimientos científicos que en sí provienen de otras fuentes: la investigación
científica. Lo cierto es que no hay posibilidad de una correcta y fructífera
entrevista sino se incluye la investigación. En otros términos, la entrevista
es un campo de trabajo en el cual se investiga la conducta y la personalidad de
seres humanos. Que esto se lleve a cabo o no, es cosa que ya no depende del
instrumento, de la misma manera que no vamos a invalidar o cuestionar el método
experimental por el hecho de que un investigador pueda emplear un laboratorio
sin atenerse a las exigencias del método experimental. Una utilización correcta
de la entrevista integra en la misma persona al profesional y al investigador.
Una
entrevista tiene su clave fundamental en la investigación que se realiza en su
decurso. Las observaciones que se registran en la misma son siempre en función
de hipótesis que va emitiendo el observador. Aclaremos mejor qué se quiere significar
con esto. Se postula generalmente en forma muy formal que la investigación
consta de etapas netas y sucesivas que se escalonan, una tras la otra, en el
siguiente orden: primero interviene la observación, luego la hipótesis y posteriormente
la verificación. Lo cierto, sin embargo es que la observación se realiza
siempre en función de ciertos supuestos y que cuando éstos son conscientes y
manejados como tales, la observación se enriquece. Es decir, que la forma de observar
bien es la de ir formulando hipótesis mientras se observa, y en el curso de la
entrevista verificar y rectificar las hipótesis durante su transcurso mismo en función
de las observaciones subsiguientes, que a su vez, se enriquecen con las hipótesis
previas. Observar, pensar e imaginar coinciden totalmente y forman parte de un
sólo y único proceso dialéctico. El pensar sobre lo que se está haciendo debe
intervenir en todas las acciones humanas. Y cuando esto se realiza
sistemáticamente en un campo de trabajo definido, sometiendo a verificación lo
que se ha pensado, se está realizando una investigación. El trabajo profesional
del psicólogo, del psiquiatra y del médico, sólo adquieren su real envergadura
y su trascendencia cuando coinciden la investigación y la tarea profesional,
porque éstas son las unidades de una praxis que resguarda de la deshumanización
en la tarea más humana: comprender y ayudar a otros seres humanos. Indagar y
actuar, teoría y práctica deben ser manejados como momentos inseparables,
formando parte de un sólo proceso.
El grupo en la entrevista
Entrevistador y entrevistado
constituyen un grupo, es decir, un conjunto o una totalidad, en el cual, sus
integrantes están interrelacionados y en el que la conducta de ambos es
interdependiente. Se diferencia de otros grupos más generales, en que uno de
sus integrantes asume un rol específico y tiende a cumplir determinados objetivos.
La interdependencia e interrelación, el condicionamiento recíproco de sus respectivas
conductas, se realiza a través del proceso de la comunicación, entendiéndose
por tal, el hecho de que la conducta de uno (consciente o no) actúa (en forma
intencionada o no) como estímulo para la conducta del otro, y a su vez esta
última re-actúa en calidad de estímulo para las manifestaciones del primero. En este
proceso la palabra juega un rol de enorme gravitación, pero interviene también activamente
la comunicación pre-verbal: gestos, actitudes, timbre y tonalidad afectiva de la
voz, etc. El tipo de comunicación que se establece es altamente significativo
de la personalidad del entrevistado, especialmente del carácter de sus
relaciones interpersonales, es decir, de su modalidad para relacionarse con sus
semejantes. En este proceso que se produce en la entrevista, el entrevistador
observa ya cómo y a través de qué el entrevistado condiciona sin saberlo,
efectos de los cuales él mismo se queja o resulta una víctima. Importan muy
particularmente, los momentos de cambio en la comunicación y las situaciones y
temáticas frente a las que ocurren, así como las inhibiciones, interceptaciones
y bloqueos. Ruesch ha establecido una clasificación de la personalidad basada
en los sistemas predominantes que cada individuo pone en juego en la
comunicación. Pero el tipo de comunicación no sólo tiene importancia porque
ofrece datos de observación directa, que incluso pueden ser registrados, sino
porque es el fenómeno clave de toda la relación interpersonal, que a su vez
puede ser manejado por el entrevistador y por con ello, graduar u orientar la
entrevista
Transferencia y
contratransferencia
En la relación interpersonal que
se establece en la entrevista hay que contar con dos fenómenos altamente
significativos: la transferencia y contratransferencia. La primera se refiere a
la actualización en la entrevista de sentimientos, actitudes y conductas
inconscientes, por parte del entrevistado, que corresponden a pautas que éste
ha establecido en el curso de su desarrollo, especialmente en la relación interpersonal
con su medio familiar. Se distingue entre transferencia negativa y positiva,
pero ambas son siempre coexistentes, aunque con un predominio relativo, estable
o alternante, de algunas de las dos. Integran la parte irracional e inconsciente
de la conducta y constituyen aspectos de la misma no controlados por el
paciente. Otra acepción similar subraya en la transferencia las actitudes
afectivas que el entrevistado vivencia o actúa en relación con el entrevistador.
La observación de estos fenómenos nos pone en contacto con aspectos de la
conducta de la personalidad del entrevistado que no entran entre los elementos
que él puede referir o aportar voluntaria o conscientemente, pero que agregan
una dimensión importante al conocimiento de la estructura de su personalidad y
al carácter de sus conflictos.
En la transferencia el entrevistado asigna roles
al entrevistador y se comporta en función de los mismos. En otros términos,
traslada situaciones y pautas conocidas a una realidad presente y desconocida,
y tiende a configurar a esta última como situación ya conocida, repetitiva. Con
la transferencia, el entrevistado aposta aspectos irracionales o inmaduros de
su personalidad, su grado de dependencia, su omnipotencia y su pensamiento mágico.
En ellos es donde el entrevistador podrá encontrar lo que el entrevistado espera
de él, sus fantasías de la entrevista, su fantasía de ayuda, es decir, qué cree
él que es ser ayudado y estar sano, incluida las fantasías patológicas de
curación, que con gran frecuencia consisten en el logro de aspiraciones
neuróticas. Se podrá igualmente despistar otro factor importante que es el de
la resistencia a la entrevista o a ser ayudado o curado y la intención de
satisfacer anhelos frustrados de dependencia o de protección.
En la
contratransferencia se incluyen todos los fenómenos que aparecen en el
entrevistador, como emergentes del campo psicológico que se configura en la
entrevista; son las respuestas del entrevistador a las manifestaciones del entrevistado,
el efecto que tiene sobre él. Dependen en alto grado de la historia personal
del entrevistador, pero si aparecen o se actualizan en un momento dado en la
entrevista es porque en ese momento hay factores que operan para que ello suceda
así. Durante mucho tiempo se las ha considerado como elementos perturbadores de
la entrevista, pero progresivamente se ha reconocido que ellas son indefectibles
o ineludibles en su aparición y el entrevistador debe también registrarlas como
emergentes de la situación presente y de las reacciones que provoca el
entrevistado. Por lo tanto, a la observación de la entrevista, se agrega también
la auto observación. La contratransferencia no constituye una percepción, en un
sentido riguroso o limitado del término, pero sí un indicio de gran
significación y valor para orientar al entrevistador en el estudio que realiza.
Sin embargo, no es de fácil manejo y requiere una buena preparación,
experiencia y un alto grado de equilibrio mental, para que pueda ser utilizada
con cierto grado de validez y eficiencia.
Transferencia y contratransferencia
son fenómenos que aparecen en toda relación interpersonal y por eso mismo
también se dan en la entrevista. La diferencia reside en que en esta última
deben ser utilizados como instrumentos técnicos de observación y comprensión.
La interacción transferencia-contratransferencia puede también ser estudiada
como una asignación de roles por parte del entrevistado y una percepción de los
mismos por parte del entrevistador. Si, por ejemplo, la actitud del entrevistado
irrita y provoca rechazo en el entrevistador, éste último se debe proponer
estudiar y observar su reacción como efectos del comportamiento del entrevistado,
para ayudarle a rectificar dicha conducta de cuyos resultados él mismo puede
quejarse (por ejemplo, que no tiene amigos y que nadie lo aprecia). Si el
entrevistador no es capaz de objetivar y estudiar su reacción o bien reacciona
con irritación y rechazo (asumiendo el rol proyectado), ello es un índice que
su manejo de la contratransferencia se halla perturbado.
Ansiedad en la entrevista
La ansiedad constituye un índice
del curso de una entrevista y debe ser atentamente seguida por el entrevistador,
tanto la que se produce en él mismo como la que aparece en el entrevistado.
Debe ser vigilada no sólo su aparición sino también su grado o intensidad,
porque si bien dentro de determinados límites es un agente motor de la relación
interpersonal, esta última puede quedar totalmente perturbada e incontrolada si
sobrepasa cierto nivel, por lo que el umbral de tolerancia a la misma debe ser
permanentemente detectado. Entrevistado y entrevistador se enfrentan con una
situación desconocida, ante la cual no tienen todavía estabilizadas pautas de reacción adecuadas y la situación no organizada implica una cierta
desorganización de la personalidad de cada uno de los participantes; esa
desorganización es la ansiedad. El entrevistado solicita ayuda técnica o
profesional cuando experimenta ansiedad o se ve perturbado por los mecanismos
defensivos frente a la misma.
Frente a la entrevista y durante la misma se
pueden incrementar tanto su ansiedad como sus mecanismos defensivos, porque lo
desconocido que enfrenta no es sólo la situación externa nueva, sino también el
peligro de lo que desconoce en su propia personalidad. Si estos factores no se
presentan, el lograr que aparezcan en una cierta medida en la entrevista, forma
parte de la función de motivar al entrevistado que el entrevistador tiene que
llevar cabo. En algunos casos, la ansiedad se halla delegada o proyectada en
otra persona que es quien solicita la entrevista y manifiesta interés en que la
misma se lleve a cabo. La ansiedad del entrevistador es uno de los factores más
difíciles de manejar, porque ella es el motor del interés en la investigación y
del interés en penetrar en lo desconocido. Toda investigación requiere la
presencia de ansiedad frente a lo desconocido y el investigador tiene que
poseer capacidad para tolerarla y poder instrumentarla, sin lo cual se cierra
la posibilidad de una investigación eficaz; esto último ocurre también cuando
el investigador se ve abrumado por la ansiedad o recurre a mecanismos
defensivos frente a la misma (racionalización, formalismo, etc.)
Frente a la
ansiedad en la entrevista no se debe recurrir a ningún procedimiento que la
disimule o reprima, como puede ser el apoyo directo o el consejo. La ansiedad
sólo debe ser manejada comprendiendo los factores por los cuales aparece y
operando según esa comprensión. Si lo que predomina son los mecanismos
defensivos frente a la misma, la tarea del entrevistador es la de desarmar¨ en
cierta medida estas defensas para que aparezca un cierto grado de ansiedad, lo
que significa un índice de la actualización de los conflictos. Todo este manejo
técnico de la ansiedad tiene que ser hecho teniendo siempre en cuenta la personalidad
del entrevistado y por sobre todo el beneficio que para él puede significar la
movilización de la ansiedad, de tal manera que aún frente a situaciones muy
claras no se debe ser activo si ello significa abrumar al entrevistado con conflictos
que no podrá tolerar. Esto corresponde a un capítulo muy difícil: el de así denominado
timing de la entrevista, que es
el tiempo propio o personal del entrevistado, que depende del grado y tipo de
organización de su personalidad, para enfrentar sus conflictos y para
resolverlos.
El entrevistador
El instrumento de trabajo del
entrevistador es él mismo, su propia personalidad que entra indefectiblemente
en juego en la relación interpersonal, con el agravante de que el objeto que
debe estudiar es otro ser humano, de tal manera que, al examinar la vida de los
demás se halla directamente implicada la revisión y examen de su propia vida,
de su personalidad, conflictos y frustraciones. La vida y la vocación de
psicólogo, de médico y de psiquiatra merecerían de por sí sólo un estudio
detallado, que no emprenderemos ahora, pero quiero que recordemos que son los
técnicos encargados profesionalmente de estar todos los días en contacto
estrecho y directo con el submundo de la enfermedad, los conflictos, la
destrucción y la muerte. Hubo que recurrir a una cierta ficción y disociación
para el desarrollo y ejercicio de la psicología y la medicina: ocuparse de seres
humanos como si no lo fuesen.
El entrenamiento del médico tiende inconsciente y
defensivamente a esto, al iniciar todo el aprendizaje por el contacto con el
cadáver. Cuando nos queremos ocupar de la enfermedad en seres humanos tomados
como tales, nuestras ansiedades aumentan pero al mismo tiempo tenemos que
deponer el bloqueo y las defensas. Por todo esto, la psicología ha tardado
tanto en desarrollarse y en infiltrarse en la medicina y la psiquiatría.
Resultaría paradójico, si no tuviésemos en cuenta los procesos defensivos, pero
el médico, cuya profesión es tratar enfermos, es el que proporcionalmente más
escotomizado niega sus propias enfermedades o la de sus familiares. En psiquiatría,
medicina psicosomática y en psicología, todo esto ya no es posible; el contacto
directo con seres humanos, como tales, enfrenta al técnico con su propia vida,
su propia salud o enfermedad, sus propios conflictos y frustraciones. Si no
gradúa este impacto su tarea se hace imposible: o tiene mucha ansiedad y
entonces no puede actuar, o bien bloquea la ansiedad y su tarea es estéril. El
entrevistador debe operar disociado: en parte actuando con una identificación
proyectiva con el entrevistado y en parte permaneciendo fuera de esta identificación,
observando y controlando lo que ocurre, de manera de graduar así el impacto
emocional y la desorganización ansiosa. En este sentido, sería necesario desarrollar
la psicología y la psicopatología del psiquiatra y del psicólogo, tanto como el
problema de su formación profesional y el de su equilibrio mental.
Esta disociación con la que tiene que operar el
entrevistador es, a su vez, funcional o dinámica, en el sentido que tiene que
actuar permanentemente la proyección e introyección, y tiene que ser lo
suficientemente plástica o ¨porosa¨ para que pueda permanecer en los límites de
una actitud profesional. En su tarea, el psicólogo puede oscilar fácilmente
entre ansiedad y bloqueo y esto no perturba su tarea siempre que pueda resolver
ambos fenómenos en la medida en que aparecen. El paso de la normalidad a la
patología de la entrevista se torna insensible. Una mala disociación con
intensa y permanente ansiedad, hace que el psicólogo desarrolle conductas
fóbicas u obsesivas frente a sus entrevistados, y entonces evita realizar
entrevistas o interpone instrumentos y tests
para evitar el contacto personal y la ansiedad consiguiente. El clásico
apuro del médico, que tanto se emplea en la sátira, es una permanente fuga fóbica
de los enfermos. La defensa obsesiva se manifiesta en cambio en entrevistas
estereotipadas en que todo está reglado y previsto, en la elaboración rutinaria
de historias clínicas es decir el instrumento de trabajo, la entrevista misma,
se transforma en un ritual.
Más allá, está el bloqueo, en que siempre aplica y
dice lo mismo, en que siempre ve lo mismo, en que aplica lo que ya sabe y con
lo que se siente seguro. La urgencia por los diagnósticos y la compulsión a
emplear drogas son otros de los elementos de esta fuga y ritual del médico
frente al enfermo. En todo esto se fomenta la alienación del psicólogo y del psiquiatra
y la alienación del paciente, y toda la estructura hospitalaria y sanatorial pasa
a tener el efecto de un factor alienante más. Otro riesgo es el de la
proyección de los propios conflictos sobre el entrevistado y una cierta
compulsión a ocuparse, indagar o hallar perturbaciones en la esfera en que las
está negando en sí mismo. La rigidez y la proyección conducen a encontrar
solamente lo que se busca y se necesita, y a condicionar lo que se encuentra
tanto como lo que no se encuentra. Un ejemplo muy ilustrativo de todo esto,
pero bastante común, es el caso de un médico joven que iniciaba su
entrenamiento en psiquiatría y que presenciando una entrevista y el diagnóstico
de una fobia dijo que eso no era así, que lo que tenía el paciente no era fobia
ni enfermedad porque él también lo tenía. Si en un momento dado, la proyección
con la que opera el técnico es demasiado intensa, aparece una reacción fóbica
en el mismo campo de trabajo. Por el contrario, si se bloquea demasiado se
aleja y no entiende lo que ocurre. Distintos tipos de personas pueden provocar
reacciones contratransferenciales típicas en el entrevistador y éste tiene
permanentemente que poder observarlas y resolverlas para poder utilizarlas como
información e instrumentos en el curso mismo de la entrevista. Se puede, de
otra manera, describir esta disociación con la que tiene que trabajar el
entrevistador diciendo que tiene que jugar los roles que en él son promovidos
por el entrevistado, pero sin asumirlos en su totalidad. Si, por ejemplo, siente
rechazo, asumir el rol sería mostrar y actuar el rechazo, rechazando efectivamente
al entrevistado ya sea verbalmente o con la actitud o de cualquier otra manera;
jugar el rol significa percibir el rechazo, comprenderlo, hallar los elementos que
lo promueven, las motivaciones del entrevistado para que ello ocurra y utilizar
toda esta información que ahora posee para esclarecer el problema o promover su
modificación en el entrevistado.
Cuanto más psicópata el entrevistado, tanto
más fácil se posibilita que el entrevistador asuma y actúe los roles. Asumir el
rol implica la ruptura del encuadre, de la entrevista. Fastidio, cansancio,
sueño, irritación, bloqueo, lástima, cariño, rechazo, seducción, etc. son
todos indicios contratransferenciales que el entrevistador debe percibir como
tales en la medida en que se producen y tiene que resolverlos analizándolos
para sí mismo en función de la personalidad del entrevistado, de la suya propia
y en función del contexto y el momento en que aparecen en la comunicación. El
psiquiatra inseguro o de poca experiencia no sabe qué hacer con todos estos
datos y para no verse abrumado recurre con frecuencia a la receta, interponiendo
entre él y su paciente los medicamentos; en estas condiciones la farmacología
se constituye en un factor alienante porque fomenta la magia en el paciente y
en el médico y los vuelve a disociar de sus conflictos respectivos. Algo muy
similar es lo que el psicólogo hace con mucha frecuencia con los tests. Para contrarrestar
esto, es importante -y aún imprescindible- que el psiquiatra o el psicólogo no
trabajen aislados, que formen por lo menos grupos de estudio y de discusión en los
que se revea el trabajo que se realiza; para caer en la estereotipia no hay
mejor clima que el del aislamiento profesional, porque el aislamiento termina por
encubrir las dificultades con la omnipotencia.
El entrevistado
Examinar las contingencias de una
entrevista significaría no otra cosa que pasar revista a toda la psicología,
psiquiatría y psicopatología, por lo cual sólo nos referiremos aquí a unas
pocas situaciones tipos de trabajo en el campo de la psicología clínica, y
especialmente algunas que habitualmente no se toman en cuenta y son, sin
embargo, de gran importancia. En términos generales, para que una persona
concurra a una consulta, debe haber llegado a una cierta percepción o insight
de que algo no anda bien, de que algo ha cambiado o modificado o bien, se
percibe a sí mismo con ansiedad y temores. Esto últimos pueden ser tan intensos
o intolerables que recurre en la entrevista a una negación y resistencia
sistemática, de tal manera que, mágicamente, busca asegurarse de que no pasa
nada, logrando que el técnico no reconozca nada anormal en él. En alguna
ocasión se ha definido como enfermo a toda aquella persona que solicita una
consulta; abstracción hecha de que tal definición carece de valor real, es sin
embargo cierto que el entrevistador debe aceptar ese criterio, aunque sea
solamente como incentivo para indagar detalladamente tras las represiones y
negaciones o escotomizaciones del entrevistado.
Schilder ha reunido en cinco
grupos los individuos que concurren al médico, sea porque sufren o hacen sufrir
a los demás, ellos son: a) los que concurren por quejas corporales, b) por
quejas mentales, c) por quejas debidas a la falta de éxito, d) por quejas
referidas a dificultades en la vida diaria, e) por quejas de otras personas.
Siguiendo
en cambio la división de E. Pichón-Riviere de las áreas de conducta podemos
considerar tres grupos, según que el predominio recaiga sobre síntomas, quejas
o protestas del área de la mente, del cuerpo o del mundo externo. El paciente puede
traer quejas o acusaciones; en el primer caso predomina la ansiedad depresiva
mientras que en el segundo, la ansiedad paranoide. Estos agrupamientos no
tienden a diferenciar los enfermos orgánicos de los enfermos mentales, ni las
enfermedades orgánicas de las funcionales o psicogenéticas. Se aplican a todos
los tipos de entrevistados que concurren a cualquier especialista y tienden más
bien a una orientación sobre la personalidad del sujeto, sobre la forma en que
trata de reducir sus tensiones o resolver sus conflictos. Podemos reconocer y
diferenciar entre el entrevistado que viene a la consulta, del que traen, o
aquel al que ¨lo han mandado¨.
En estas actitudes tenemos ya un índice de
importancia, aunque diste de ser sistemático o patognomónico. El que viene,
tiene un cierto insight o percepción de su enfermedad y corresponde al paciente
neurótico, mientras que el psicótico, en cambio, es traído. El que no tiene motivos
para venir pero viene porque lo han mandado, corresponde a la psicopatía: es el
que hace actuar a otros y delega en otros sus preocupaciones y malestares. Tenemos,
entre otros, el caso de aquel que viene a consultar por un familiar. En estos
casos, realizamos la entrevista con el que viene, indagando su propia personalidad
y su conducta. Y con esto ya pasamos del entrevistado al grupo familiar. Si al
entrevistado precede un informante, se le debe comunicar a éste último que lo
que él diga sobre el paciente le será comunicado a éste último; anticiparle antes
de que informe. Esto tiende a ¨limpiar el campo¨ y a romper con divisiones muy difíciles
de manejar ulteriormente. El que viene a la consulta es siempre un emergente de
los conflictos grupales de la familia, diferenciamos además entre el que viene
solo y el que viene acompañado, que representan distintos grupos familiares. El
que viene solo, es el representante de un grupo familiar esquizoide, en el que
la comunicación entre sus miembros es muy precaria, viven dispersos o separados,
con un grado acentuado de bloqueo afectivo. Con frecuencia, frente a éstos, el
técnico tiende a preguntarse con quién puede hablar o a quién informar.
Otro
grupo familiar, de carácter opuesto a éste, es aquel en el cual vienen varios a
la consulta y el técnico tiene necesidad de preguntar quién es el entrevistado
o por quién vienen; es el grupo epileptoide, viscoso o aglutinado, en el cual
hay una falta o déficit en la personificación de sus miembros, con un alto
grado de simbiosis o interdependencia. Así como en el anterior el enfermo está
aislado y abandonado, en este caso está demasiado rodeado por el cuidado
exagerado o asfixiante. Estos dos tipos polares pueden encontrarse en sus
formas extremas, o en formas menos acusadas, o mixtas. Otro tipo es el que
viene acompañado por una persona, familiar o amigo, que es el caso del fóbico
que necesita acompañante.
El caso de los matrimonios cuyos integrantes se
inculpan mutuamente de neurosis, infidelidad, etc. es otra situación en la que,
como en todas las anteriores, la entrevista se realiza con todos los que han
concurrido, manejado como un grupo diagnóstico que -como lo veremos- es también
siempre terapéutico; en éste el técnico actúa como observador participante,
interviniendo en momentos de tensión, o cuando se interrumpe la comunicación o
para señalar los entrecruzamientos proyectivos. En los grupos que concurren a
la consulta, el psicólogo no tiene por qué aceptar el criterio de la familia
sobre quién es el enfermo, sino que debe actuar considerando a todos sus
miembros implicados y al grupo como enfermo. En estos casos, el estudio del
interjuego de roles y de la dinámica del grupo son los elementos que sirven de
orientación para hacer tomar insight de la situación a todo el grupo. El
balanceo de la enfermedad en un grupo familiar es de gran importancia.
Por
ejemplo, en un matrimonio o pareja en que uno es un fóbico y el otro su acompañante,
cuando el primero mejora o cura, aparece la fobia en el segundo. El acompañante
fóbico es, entonces, también un fóbico pero se distribuyen roles en la pareja. En
otras oportunidades, en ocasión de un tratamiento, la familia sólo aparece cuando
se ha adelantado el tratamiento de un paciente y éste ha mejorado o está envías
de ello, la normalización del paciente hace que la tensión del grupo familiar
no se ¨descarga¨ ya más a través de él y aparece entonces el desequilibrio o la
enfermedad en el grupo familiar. Todo esto explica en gran proporción un
fenómeno con el que siempre hay que contar en la familia de un enfermo: la
culpa, elemento que hay que tomar en cuenta para valorarlo y manejarlo
adecuadamente. Es mucho más manifiesta en el caso de la enfermedad mental en
niños o en deficientes intelectuales. Esto se relaciona también con el fenómeno
que ha sido llamado ¨el niño equivocado¨, en el que los padres traen a la
consulta al hijo más sano y sólo una vez que se han asegurado que el técnico no
les inculpa ni los acusa, pueden hablar o consultar sobre el hijo más enfermo. Aquí
y en relación con todos estos fenómenos, la psicología grupal –su conocimiento
y correcto manejo- tienen una gravitación fundamental, no sólo para las
entrevistas diagnósticas y terapéuticas, sino para valorar también curaciones,
o decidir el cese de una internación, etc., etc.
Funcionamiento de la entrevista
Hemos insistido reiteradamente
que el campo de la entrevista debe ser configurado fundamentalmente por las
variables de la personalidad del entrevistado. Esto implica que lo que ofrece el
entrevistador debe ser lo suficientemente ambiguo como para permitir la mayor
puesta en juego de la personalidad del entrevistado. Si bien todo ello es
cierto, existe sin embargo un marco o un límite en el cual la ambigüedad no
debe existir, sino todo lo contrario, el límite debe ser mantenido ya veces
defendido por el entrevistador; éste cubre todos los factores que intervienen en
el encuadre de la entrevista: tiempo, lugar, y rol técnico del profesional. El
tiempo se refiere a un horario y un límite en la extensión de la entrevista; el
espacio abarca el marco o el terreno ambiental en el cual se realiza la
entrevista. El rol técnico implica que en ningún caso el entrevistador debe
permitir el ser presentado como un amigo en un encuentro fortuito. El
entrevistador tampoco debe entrar con sus reacciones ni con el relato de su
vida, tampoco entrar en relaciones comerciales o de amistad, ni pretender
ningún beneficio de la entrevista que no sean sus honorarios y su interés
científico o profesional. Tampoco debe ser utilizada como una gratificación
narcisística en la que se juega de mago con un despliegue de omnipotencia. La
curiosidad debe limitarse a lo necesario para beneficio del entrevistado. Todo
lo que sienta como reacción contratransferencial debe ser considerado como un
dato de la entrevista, no debiendo responderse ni actuar frente al rechazo, la
rivalidad o la envidia del entrevistado. La petulancia o la actitud arrogante o
agresiva del entrevistado no debe ser ni ¨domada¨ ni sometida; no se trata de
ni de triunfar ni de imponerse al entrevistado. Lo que nos corresponde es averiguar
a qué se deben, cómo funcionan, y qué efectos acarrea al entrevistado. El
entrevistado tiene derecho, aunque tomemos nota de ello e inclusive advirtamos
al mismo entrevistado sobre su represión o su desconfianza. Con muchísima frecuencia,
el grado de represión del entrevistado depende mucho del grado de represión que
tenga el entrevistador hacia determinados temas (sexualidad, envidia, etc.) Si
intervenimos preguntando, las preguntas deben ser directas y sin subterfugios,
adecuadas a la situación y al grado de tolerancia del yo del entrevistado. La
apertura de la entrevista tampoco debe ser ambigua, pronunciando fases generales
o de doble sentido. La entrevista comienza por donde comienza el entrevistado.
Hay que tener en cuenta todo lo que puede haberle costado decidir la entrevista
y lo que puede significar como factor de humillación y menoscabo para él. El
entrevistado debe ser recibido cortésmente pero no efusivamente; si se tienen datos
del entrevistado proporcionados por otra persona, se le debe informar, tanto como,
según ya lo dijimos, anticipar al informante al comienzo de la entrevista, que esos
datos no serán mantenidos en reserva. Esto tienden a mantener el encuadre ya
evitar las divisiones esquizoides y la actuación psicopática, así como a
despojarse de todo lo que pueda trabar la espontaneidad del técnico, quien no
debe tener compromisos contraídos que pesen negativamente sobre la entrevista.
La reserva del entrevistador para con los datos que proporciona el entrevistado
se halla implícita en la entrevista, y si de la misma se eleva un informe a una
institución, esto último debe también conocerlo el entrevistado. La reserva y
el secreto profesional rigen también para los enfermos psicóticos y para el
material de entrevistas con niños; en este último caso, no debemos sentirnos
autorizados a relatar a los padres, por ejemplo, detalles de la entrevista con
sus hijos. El silencio del entrevistado es el fantasma del entrevistador novel,
para quien el silencio del entrevistado significa un fracaso o un índice de su
impericia. Con un mínimum de experiencia, sin embargo, no hay entrevistas
fracasadas; si se observa bien, toda entrevista aporta datos de importancia
sobre la personalidad del entrevistado.
Hay que reconocer los distintos tipos
de silencio (silencio paranoide, depresivo, fóbico, etc.) y obrar en función de
este conocimiento. Si el silencio absoluto no es lo óptimo de una entrevista
(desde el punto de vista del entrevistador) tampoco lo es la catarsis intensa
(desde el punto de vista del entrevistado). Con frecuencia el que habla mucho
en realidad deja de decir lo más importante, porque el lenguaje no es sólo un
medio de transmitir información sino también un poderoso medio para evitar
información. Todos estos son, por supuesto, datos valiosos, que deben ser
consignados y valorados. La ¨descarga¨ emocional intensa tampoco es lo óptimo
de una entrevista; con ello generalmente el entrevistado logra un depósito
masivo en el entrevistador y luego toma distancia y entra en una relación
persecutoria con éste: el confesor se transforma fácilmente en perseguidor. El
fin de la entrevista debe ser respetado como todo el encuadre, y la reacción a
la separación es un dato de gran importancia, tanto como la evaluación de cómo se
va el entrevistado y como quedamos nosotros contratransferencialmente con él. Entrevistas
bien realizadas insumen mucho tiempo, del que con frecuencia no se dispone,
especialmente en instituciones (escolares, hospitalarias, fabriles, etc.).En
estos casos lo más conveniente es reservar, del tiempo disponible, un lapso para
realizar aunque solo sea una entrevista diaria en condiciones óptimas. Esto impide
las estereotipias en el trabajo y las racionalizaciones de la evitación fóbica.
Además es importante reservarse el tiempo necesario para estudiar las
entrevistas realizadas, y es mejor aún si esto se realiza en grupos de trabajo.
El psicólogo y el psiquiatra no deben trabajar aislados, porque esto favorece
su alienación en el trabajo.
La interpretación
Un interrogante frecuente e
importante es el de si se debe interpretar en las entrevistas realizadas con
fines diagnósticos. En este sentido hay posiciones muy variadas, entre las que
se cuenta, por ejemplo, la de Rogers, quien no solo no interpreta sino que
tampoco pregunta, alentando al entrevistado a proseguir recurriendo a distintas
técnicas, como por ejemplo, repetir en forma interrogativa la última palabra
del entrevistado o alentando con la mirada, el gesto o la actitud a que prosiga.
La entrevista es siempre una experiencia vital muy importante para el
entrevistado; significa con gran frecuencia la única posibilidad que tiene de
hablar lo más sinceramente posible de sí mismo con alguien que no lo juzgue
sino que lo comprenda. De esta manera, la entrevista actúa siempre como un
factor normativo o de aprendizaje, aunque no se recurra a ninguna medida
especial para lograrlo. En otros términos, la entrevista diagnóstica es siempre
y al mismo tiempo en alguna medida, terapéutica. El primer factor terapéutico
es siempre la comprensión del entrevistador, quien debe comunicar algunos factores
de esta comprensión que puedan ser útiles al entrevistado. En la entrevista
diagnóstica según nuestra opinión, se debe interpretar por sobre todo cada vez
que la comunicación tienda a interrumpirse o distorsionarse. Otro caso muy
frecuente en el que tenemos que intervenir es para relacionar lo que el mismo
entrevistado ha estado comunicando. Para interpretar, nos debemos guiar por el
monto de ansiedad que estamos resolviendo, y por el monto se ansiedad que
creamos, teniendo en cuenta también si se van a dar otras oportunidades para
que el entrevistado pueda resolver ansiedades que vamos a movilizar. En todos
los casos, debemos interpretar solamente sobre los emergentes, sobre lo que
realmente está operando en el aquí y ahora de la entrevista. Un índice
fundamental de guía de la interpretación es siempre el beneficio del entrevistado
y no la ¨descarga¨ de una ansiedad del entrevistador. Además, siempre que se
interprete, se debe saber que la interpretación es una hipótesis que debe ser verificada
o rectificada en el mismo campo de trabajo por la respuesta que movilizamos o
condicionamos al poner en juego dicha hipótesis. Con todo, conviene que el
entrevistador novel se atenga primero y durante algún tiempo a comprender al entrevistado
antes de que pueda adquirir la experiencia y conocimiento suficiente para
utilizar la interpretación. El óptimo alcance de una entrevista es el de la
entrevista operativa, en la cual se tiende a comprender y esclarecer un
problema o una situación que el entrevistado aporta como centro o motivo de la
entrevista. Con gran frecuencia, en este sentido, una entrevista logra mucho si
se logra esclarecer cual es el verdadero problema que se trae detrás de lo que
se trae en forma manifiesta.
Informe psicológico
El informe psicológico tiene como
finalidad la de diagnosticar, condensar, y resumir conclusiones referentes al
objeto de estudio. Incluimos aquí solamente el informe que se refiere al
estudio de la personalidad. Que pueda ser empleado en distintos campos de la
actividad psicológica y en cada uno de ellos se deberá tomaren cuenta y
responder específicamente al objetivo con que dicho estudio se ha llevado a
cabo. Se trata, por otra parte, solamente de una guía y no de casilleros a llenar.
En el campo de la medicina, por ejemplo, un estudio completo abarca un triple diagnóstico
o un triple informe, a saber: el diagnóstico médico, el psiquiátrico y el psicológico.
Puede tratarse por ejemplo, de un brote esquizofrénico, (diagnóstico psiquiátrico),
en una persona con insuficiencia cardíaca (diagnóstico médico) de personalidad
obsesiva (diagnóstico psicológico), entendiendo que este ejemplo sólo sirve
como tal para diferenciar los tres tipos de informes, que no siempre es necesario
que se den conjuntamente:
1. Datos de filiación: Nombre,
edad, sexo, estado civil, nacionalidad, domicilio, profesión u oficio.
2. Procedimientos utilizados:
Entrevistas (número y frecuencia. Técnica utilizada, lugar en que se llevaron a
cabo). Tests (especificar los utilizados), juegos, registros objetivos
(especificar) etc. Cuestionarios (especificar). Otros procedimientos.
3. Motivos del estudio: Por quién
fue solicitado y objetivos del mismo. Actitud del entrevistado y referencia a
sus motivaciones conscientes.
4. Descripción sintética del
grupo familiar y de otros grupos que han tenido o tienen importancia en la vida
del entrevistado. Relaciones del grupo familiar con la comunidad: status
socioeconómico, otras relaciones. Constitución, dinámica y roles, comunicación
y cambios significativos del grupo familiar. Salud, accidentes y enfermedad del
grupo y de sus miembros integrantes. Muertes, edad y año en que tuvieron lugar,
causas de las mismas. Actitud de la familia frente a los cambios, a la
enfermedad y al enfermo. Si resulta posible, incluir el grupo en alguna de las
clasificaciones reconocidas.
5. Problemática vital: referencia
suscinta de su vida y sus conflictos actuales, de su desarrollo, adquisiciones,
pérdidas, cambios, temores, aspiraciones, inhibiciones, y forma de enfrentarlos
o sufrirlos. Diferenciar entre lo afirmado por el entrevistado y por otras
personas de su medio con lo inferido por el psicólogo. Diferenciar entre lo que
se afirma y lo que se postula como probable. Si hay algún dato de muy especial
valor, especificar la técnica con la que se lo ha inferido o detectado. Incluir
una reseña de las situaciones vitales más significativas (presentes y pasadas),
especialmente aquellas que asumen el carácter de situaciones conflictivas y/o
repetitivas.
6. Descripción de estructuras de
conducta, diferenciando entre las predominantes y las accesorias. Cambios
observados.
7. Descripción de rasgos de
carácter y de la personalidad, incluyendo la dinámica psicológica (ansiedades,
defensas) citando la organización patológica (si la hubiere). Incluir una
apreciación del grado de madurez de la personalidad. Constitución (citar la
tipología empleada). Características emocionales e intelectuales incluyendo:
manejo del lenguaje (léxico y sintaxis, etc.) nivel de conceptualización,
emisión de juicios, anticipación y planeamiento de situaciones, canal preferido
en la comunicación, nivel de coordinación viso motora, diferencias entre manejo
verbal y motor, capacidad de observación, análisis y síntesis, grado de
atención y concentración. Relaciones entre el desempeño intelectual, social, profesional,
y emocional y otros ítems significativos en cada caso en particular. Considerar
las particularidades y alteraciones del desarrollo psicosexual, cambios en la
personalidad y en la conducta.
8. Si se trata de un informe muy
detallado o muy riguroso (por ejemplo, un informe pericial) incluir resultados
de cada test y de cada examen complementario realizado.
9. Conclusión. Diagnóstico y
caracterización psicológica del individuo y de su grupo. Responder
específicamente a los objetivos del estudio (por ejemplo en el caso de la
selección de personal, orientación vocacional, informe escolar, etc.).
10. Incluir una posibilidad pronostica
desde el punto de vista psicológico, fundándolos elementos sobre los cuales se
basa.
11. Posible orientación. Señalar
si hacen falta nuevos exámenes y de qué índole. Señalar la forma posible de
subsanar, aliviar u orientar al entrevistado, según el motivo del estudio o
según las necesidades de la institución que ha solicitado el informe.
Bibliografía:
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